Todos estamos de acuerdo con que no es lo mismo ser líder que liderar. Igualmente, que, aunque solo sea por intuición, podemos reconocer rápidamente quién está liderando bien y quién no. Y esto es así porque liderar supone intuir, inspirar y motivar a los demás para enfrentarse con confianza a los desafíos y, así, alcanzar los objetivos establecidos.
Parafraseando a Simon Sinek “El liderazgo no consiste en estar al mando, sino en cuidar a las personas a tu cargo.” Por eso, en estos tiempos de grandes cambios en general y en las necesidades del empleado y la gestión del talento ajeno, en particular, los métodos tradicionales ya no son suficientes, hay que ir un paso más allá. Así pues, los líderes tendrán que aparcar muchas de las herramientas que venían aplicando e incorporar nuevos métodos y habilidades si quieren adaptarse a los nuevos entornos y desafíos emergentes.
En este sentido, si se quiere impactar positivamente en los equipos de trabajo hay que cambiar la visión y trabajar de manera integral, es decir, tratar a empresa y empleados como una unidad que se complementa y nutre bidireccionalmente, donde el bienestar emocional de la totalidad de las personas que la conforman es una prioridad esencial.
Dice Tal Ben Shahar, doctor en comportamiento Organizacional por la universidad de Harvard, en unas declaraciones a la revista Management & Innovation que, “el liderazgo positivo consiste en que los líderes y los empleados sean capaces de dar un sentido a la labor que desempeñan diariamente, en que sientan que su trabajo importa.” De ahí la relevancia que adquiere la necesidad de que los líderes empresariales apuesten por las personas y su bienestar. No podemos obviar que pasamos un 70% de nuestro tiempo en el trabajo, por lo que si no cuidamos el activo humano lo tendremos muy difícil.
Un 54% de los profesionales en nuestro país se siente desmotivado en su puesto de trabajo y un 77% asegura que, si pudiera, cambiaría de empresa, según datos de la Guía del Mercado Laboral 2022 de HAYS España. Por lo que, en todo tejido empresarial se hace vital la figura de un buen liderazgo si queremos evitar una baja productividad debido al desgaste y falta de motivación de los trabajadores que se verá reflejada en bajas laborales, aumento de trabajadores quemados (burnt out) o renuncias silenciosas (quiet quitting)
De esta forma, la importancia de un líder competente adaptado a los nuevos tiempos es primordial si se pretende conseguir beneficios tanto para la empresa como para los integrantes de ella. Dicho de otra manera, si queremos aumentar la productividad de nuestra organización, es necesario que el líder trabaje atendiendo a dos aspectos por igual, sin hacer distinciones:
Resumiendo, entre las prioridades de cualquier compañía que cuente con un buen liderazgo debe de estar la creación de ambientes de trabajo más felices, creativos y menos estresantes, donde los empleados puedan vincularse adecuadamente; así como aumentar el sentimiento de pertenencia y propósito. Y es que es ahora, donde el teletrabajo toma especial relevancia, cuando más hay que cuidar los vínculos.
Además de lo mencionado, es esencial mantener un enfoque de trabajo continuo y perseverante, asegurándose de que el trabajo esté alineado con los valores y propósito de la empresa. Asimismo, obtener una retroalimentación regular y constructiva de los empleados será imprescindible para el entendimiento y el buen desarrollo de los equipos.
No hay que olvidar que invertir en potenciar el talento humano es invertir de manera indirecta en la creatividad, innovación y crecimiento, y como consecuencia las ventajas competitivas aumentarán.